lunes, 14 de noviembre de 2011

CLAUDIO

Cuando se decidió mi Padre a crear un nuevo libro, polemico y sarcastico, no dudé en publicarlo para quien decida arriesgarse a leerlo. Por supuesto él me ha permitido publicar sin restricciónes su libro: CRÓNICA DE FARSAS Y ABSURDOS HISTÓRICOS
Pueden descargarlo en su versión corregida y completa AQUÍ
Espero sus comentarios al respecto.
Duberney López Piza.

Su nombre era TIBERIO CLAUDIO CÉSAR AUGUSTO GERMÁNICO; fue el cuarto emperador de la dinastía ‘Julio Claudios’, gobernó el imperio romano desde el año 41 hasta el 54 .d.C; este emperador es más conocido como Claudio, y con ese nombre será mencionado en esta obra. Era hijo de Druso el Mayor y nieto de la envenenadora Livia. Según los relatos de la época, los hombres de la guardia pretoriana, luego de asesinar a Calígula, encontraron a Claudio detrás de unas cortinas, donde se había escondido para evitar que lo mataran. Y, por mala coordinación entre los senadores y los mandos de la guardia pretoriana en cuanto al propósito que ellos tenían de reestablecer un gobierno republicano, Claudio fue llevado al senado y entronizado ese mismo día, ya que, debido a su precaria salud y su inexperiencia política, todos creyeron que él sería un emperador títere, fácil de controlar y les evitaría problemas en cuanto a la legalidad gubernamental. Claudio era el único hombre adulto de la familia del emperador que había sobrevivido de una cadena de asesinatos intrafamiliares, cuya causa había sido la ambición de todos sus familiares de obtener el trono romano.

Y ninguno de ellos lo mató porque todos sus familiares a él lo habían considerado un tonto, enfermo y mediocre, que ni siquiera valía el sacrificio de matarlo. Su propia madre lo trataba de “caricatura de hombre, aborto de la naturaleza”, y cuando quería explicar la calidad de un imbécil, decía: “Es más estúpido que Claudio, el hijo mío”. Su abuela, Augusta, lo despreciaba tanto que si había algo indispensable que decirle, lo hacía por medio de una carta y usando términos humillantes. Nadie de su familia lo quiso; desde niño fue un solitario que caminaba tambaleándose; al hablar botaba espuma por la boca y tatareaba, goteaba por la nariz, balbuceaba y le temblaba la cabeza, su risa era desagradable y su carácter impulsivo. No lucía como miembro del alto gobierno, su familia monarca no lo tenía en cuenta y por mucho tiempo le tocó dedicarse a asuntos académicos. Ya siendo adulto, el único que lo había tenido en cuenta había sido su sobrino emperador, Calígula, quien en un arrebato lo había nombrado senador, pero después lo tomó de burla y lo humillaba en el senado, donde Claudio tenía que hablar sentado, debido a sus problemas de salud. Sin embargo, contrario a lo que todos esperaban, Claudio no fue un tonto que se dejó manejar sino más bien un estudioso y buen administrador de los asuntos del imperio, cosa que no descuidó y que manejaba con mucho tino y justicia. Pero le sobraron los problemas; las intrigas y los asesinatos entre sus familiares no pararon, además, él era hijo de familias apasionadas del sexo, de lo cual no sería ajeno. Aún con ese legado en su contra, él fue el único de los emperadores de esas dos familias que no fue ni homosexual ni pederasta. Y se dice que fue un buen escritor de historia, cosa que empeoró sus relaciones con su familia, porque en sus escritos ellos no salían bien librados. Sin embargo, siendo emperador deificó a su abuela, la envenenadora Livia, que aunque nunca lo quiso tampoco lo humilló.

Y, tal como sus antecesores, siguió complaciendo al pueblo romano con los duelos a muerte obligatorios entre gladiadores prisioneros de guerra, cosa que necesariamente lo deja como sanguinario. Otro asunto en su contra es que se dice que fue el primer emperador que sobornó a su ejército para sostenerse en el poder. Pero nada le causó más problemas que las mujeres, pues, a pesar de su aparentemente precaria salud, se casó cuatro veces, con mujeres familiares suyas que se casaron con él por interés, y tuvo numerosas amantes que ninguna lo quiso, pero que con sus comportamientos ingratos le causaron fuertes lunares sentimentales a su vida. Hay datos que dicen que cuando no le funcionaba su miembro viril, en el acto sexual utilizaba de reemplazo cualquier cosa con tal de complacer a sus mujeres, aunque, según rumores, fue Mesalina, su joven y tercera esposa, la que le enseñó esas mañas. De Mesalina se sabe que, además de ambiciosa, era ninfómana y que el emperador Claudio, su esposo, no le impedía sus desaforados gustos sexuales; se cuenta que en una ausencia del emperador organizó una competencia sexual en el palacio imperial, con prostitutas que ella logró convencer, donde se apostó quién de ellas era capaz de tener relaciones sexuales con más hombres en una sola noche. Esa noche la prostituta que más le aguantó fue la siciliana Escilia que se rindió luego de haber tenido relaciones sexuales con 25 hombres.

Según algunos escritos, Mesalina pasó por ese número de satisfechos fresquita y alargó el tiempo de competencia; cuando iban 70 hombres complacidos por ella, hizo traer más prostitutas, empezó a competir de nuevo y les ganó a todas. Al final fueron 200 los hombres atendidos por Mesalina en esa competencia, un récord que es difícil que le quiten. Pero, no obstante a su erotismo, Mesalina siempre estuvo enamorada de un joven llamado Cayo Junio Apio, quien desde antes de ella ser emperatriz había sido nombrado en un cargo, lejos de Roma. Mesalina logró que su esposo trasladara a Apio a Roma y para tenerlo más cerca lo hizo casar con su madre, pero ni aún así Apio cedió ante los deseos de Mesalina, a quien él consideraba degenerada. Por negarle sus deseos, ella lo acusó de traición y lo hizo ejecutar. Se dijo que la madre de Mesalina estaba muy amañada con el joven Apio y que por su muerte, madre e hija, tuvieron un gran agarrón. Y, poco a poco, fueron numerosos los hombres que murieron por problemas de sexo con Mesalina; otro que corrió igual suerte que Apio fue Valerio Asiático, quien, por estar enamorado de Sabina Popea la Mayor, se negó a complacer a Mesalina, por lo cual la emperatriz hizo ejecutar a Popea y a Valerio.

Era un hecho sabido que ella no quería ni respetaba a su esposo; en cierta ocasión, estando el emperador en la isla de Ostia, Mesalina se casó con Cayo Silio, un amante suyo, y los dos tramaron un complot en contra del emperador, pero éste, avisado por un funcionario de palacio, regresó a Roma, e hizo ejecutar a Silio y le ordenó a su esposa que se suicidara. Ella le suplicó que la dejara seguir viviendo y que de ahora en adelante le sería fiel toda su vida, cosa que Claudio consideró como la mayor mentira del mundo, y le ordenó a un centurión que la matara con su espada. Ese fue el fin de su familiar y esposa Mesalina. Los historiadores de la época cuentan que Claudio, decepcionado por tanto cuerno que le habían aplicado sus esposas, le ordenó a su guardia pretoriana que lo matasen si volvía a casarse. Pero no demoró mucho y mediante una licencia especial se casó con su sobrina Agripinila, más conocida como Agripina la Menor, quien tenía un hijo llamado Lucio Nerón. Para tener una mejor idea de quién era Agripina, la nueva esposa de Claudio, conviene recordar que ella era hermana de Calígula, de Drusila y de Livila, y que las tres hermanas estando casadas eran amantes de Marco Lépido, y que habían cometido incesto con su hermano Calígula, quien además las prostituía con sus amigos favoritos. El primer matrimonio de Agripina fue con Cneo Dominicio. No se sabe el porqué, pero, tras la muerte de Drusila, quien entonces estaba casada con su hermano Calígula y con Lépido; las otras dos, Agripina y Livila, pelearon con su hermano emperador y luego participaron en un complot en contra suya, organizado por el amante de ellas, Lépido, en el que también participó Léntulo Getulio, otro amante de Agripina, y por lo cual ellas cayeron en desgracia con Calígula, quien luego de descubrir el complot hizo ejecutar a numerosas personas, entre estas Lépido y Getulio, y a sus hermanas conspiradoras las hizo desterrar, humilladas y en total pobreza. Luego de la caída de Calígula, por orden del nuevo emperador Claudio, Agripina y Livila regresaron a Roma, adonde había quedado Nerón al cuidado de su tía Dominisia.

Al llegar a Roma, Agripina recuperó a su hijo Nerón y se casó nuevamente, esta vez con el cónsul Pasieno Crispo, a quien luego envenenó para casarse con su tío, el emperador Claudio. Mesalina durante su matrimonio con Claudio había tenido un hijo y una hija, llamados Británico y Octavia, de los cuales ni ella ni nadie sabía quién o quiénes de sus tantos amantes eran sus padres, pero por ley eran hijos de su esposo Claudio y por lo tanto Británico era heredero directo al trono romano. Agripina, luego de casarse con el emperador, comprometió en matrimonio a su hijo Nerón con Octavia, la supuesta hija de su esposo y además hizo que éste adoptase a Nerón como hijo y heredero al trono. Se puede decir que ese fue el fin del emperador Claudio, pues al poco tiempo murió envenenado por su esposa y sobrina, Agripina. Y, con la muerte del emperador, el hijo de Agripina, Nerón, y Británico, el supuesto hijo de su envenenado esposo, quedaron de herederos del trono romano.

CALÍGULA

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Su nombre era CAYO JULIO CÉSAR GERMÁNICO AUGUSTO, pero es más conocido como Calígula; fue el tercer emperador de la dinastía Julio Claudios. Gobernó el imperio romano desde el año 37 hasta el comienzo del 41. d . C. Su gobierno empezó con muy buenas expectativas en el senado y muchas celebraciones populares que pronto acabaron con las grandes reservas del tesoro imperial que había dejado su antecesor, el emperador Tiberio.

Cuando el imperio quedó sin recursos, para conseguirlos, el nuevo emperador creó nuevos impuestos y subió los que había, pero no se recaudaba lo suficiente porque sus caprichos y gastos subieron a niveles astronómicos. El emperador Calígula, para sus placeres hacía construir palacios en lugares profundos del mar, otras veces hacía demoler montañas de durísimas piedras, para construir allí castillos para él divertirse; todo con suma rapidez, pues castigaba con pena de muerte la lentitud. Avanzado su reinado se erigió tres templos para sí mismo, dos en Roma y uno en Mileto, Asia.

En esa época vestía de Dios, gobernaba y se hacía tratar como si fuera Dios; firmaba los documentos públicos con el nombre de Júpiter, el dios de Roma entonces. Antes había hecho construir naves con velas de varios colores, de diez filas de remo y adornadas en la popa con piedras preciosas. A esas naves ordenó hacerles baños, galerías, comedores, y acomodarles gran cantidad de árboles frutales; en ellas navegaba costeando la campiña, cómodamente acostado, en medio de ceremonias animadas con danzas y música. Se bañaba con perfumes, a veces frío y a veces caliente; con frecuencia se tragaba perlas de buen valor disueltas con vinagre; en sus frecuentes banquetes hacía decorar con oro en polvo los panes y los platillos que consumían él y sus invitados.

A los miembros del senado les exigió que a su caballo preferido, Incitatus, lo nombraran cónsul de Bitinia y sacerdote. Además, a ese caballo le hizo construir una caballeriza de mármol con pesebres de marfil y le asignó una villa con 16 jardines y 18 sirvientes para que lo atendieran. Incitatus dormía abrigado con mantas de color púrpura, que eran las más costosas en ese tiempo, y usaba collares de perlas y piedras preciosas. Era un animal de carreras, la noche antes de que fuera a correr en el hipódromo, Calígula dormía junto a su caballo y decretaba ‘silencio general’ para que Incitatus durmiera tranquilo, y quien hiciera algún ruido era condenado a muerte. Se dijo que perdió solo una carrera y que en esa ocasión Calígula le echó la culpa al jinete, por lo cual éste fue cruelmente ejecutado. Para sostenerse ese caprichoso y costoso modo de vida, Calígula vendió propiedades del imperio y cometió toda clase de fraude; les quitaba los bienes a las personas que los hubieran recibido de herencias de antepasados que no fueran sus padres, porque él consideraba que los descendientes no podían pasar más allá de la primera generación.

Y, poniendo como causa la ingratitud personal, anuló los títulos y tomó como suyas todas las herencias de testamentos viejos que desde el principio del reinado de Tiberio respaldaban bienes, sin habérselos donado a él o a su imperio. Los títulos de herencias firmados por Julio Cesar o Augusto los anulaba como viejos y sin valor. También anulaba cualquier título de herencia si alguna persona declaraba que el testador, antes de morir, había manifestado que quería que el César fuese su heredero. Como quiera que para ese propósito tenía un buen número de testigos falsos, muchos ricos lo incluyeron a él en sus testamentos como un heredero más entre sus hijos o familiares. Pero, antes de hacer el reparto, él ordenaba eliminar a los demás herederos para quedar como único heredero. Cuando en un reclamo actuaba como juez, antes de subir al tribunal fijaba la cantidad que quería recoger, y tan pronto la completaba levantaba la sesión, la daba por terminada y se marchaba. Le gustaba humillar, para divertirse hizo correr a algunos senadores detrás de su carro; se vestía de Dios y obligaba al pueblo romano y al senado a rendirle culto de divino.

Cuando actuaba en el senado se auto consideraba Dios. Por unas verdaderas y otras supuestas conspiraciones hizo ejecutar a numerosos senadores, como también a su cuñado Marco Lépido; al gobernador de Germania, Cneo Cornelio Léntulo y al prefecto Macro, su aliado en el asesinato del anterior emperador. Por oponerse a rendirle culto de divinidad hizo ejecutar al faraón de Egipto, Aulo Flaco. Calígula fue invitado al matrimonio de un patricio, llamado Pisón, y en plena fiesta le robó la esposa, llamada Livia Orestila, todavía virgen aseguró Calígula después, y se encerró con Livia en la alcoba matrimonial e hizo con ella todo lo que le dio la gana. Con mucha frecuencia Calígula tomaba a cualquier mujer y tenía sexo con ella sin importarle que fuera casada, y se ufanaba de haber fornicado con todas las esposas hermosas de sus súbditos, añadiendo que mataba a los esposos de las que le causaran alguna incomodidad para realizar esas acciones. Cometió incesto con sus hermanas Agripina, Drusilla y Julia y las obligó a prostituirse. Se casó cinco veces, una vez en secreto con Drusilla, la hermana suya, a quien embarazó y asesinó embarazada; su cuarta esposa tenía ocho meses de embarazo cuando se casaron; nació una niña que no era suya, pero a él le encantaba esa niña porque ella disfrutaba arañándoles la cara a otras niñas.

Él era un asesino despiadado que mataba por diversión y las arañadas de la niña lo divertían; siempre quiso a ‘la gatita’ como hija suya. Según Suetonio, Calígula era alto, algo grueso, pero de piernas muy delgadas, la parte superior de su cabeza era totalmente calva, lo cual no le agradaba y por envidia hacía rapar a las personas que se cruzaran en su camino, luciendo una hermosa cabellera; en términos generales, su aspecto era repugnante. Pero él no quería tener mejor presencia y 17 practicaba sus gestos en un espejo para saber cómo verse más horrible y terrorífico, que era la forma en que le agradaba que lo vieran. Solía decir: “No me importa que me odien con tal de que me teman.” Sufría de epilepsia y de insomnio, pero sus males de salud no impidieron que fuera gladiador, actor, cantor mediocre, conductor de carro en un circo lleno de obstáculos; aseguraba que sabía hacer de todo menos nadar. A su ejército de Occidente le ordenó que en vez de atacar a las tribus enemigas se dedicaran a recoger conchas marinas, un tributo que según él le debía ese mar a la Colina Capitolina y al Monte Palatino.

Para que el pueblo lo adorara, Calígula se autoproclamó Dios y le hizo cortar la cabeza a la estatua de Júpiter Olímpico, entonces el dios de los romanos, y en reemplazo hizo ponerle una cabeza labrada que correspondía a la suya. Y, desde entonces, impuso la obligación de que lo adoraran a él y a la estatua como Júpiter Lacial o Dios de Lacio. Es de aclarar que Calígula fue solo uno de los tantos miembros de la antigua oligarquía romana que se auto endiosaron, cosa que debió servir de inspiración a la tardía oligarquía romana que, para beneficiarse con los obligados diezmos y primicias, varios siglos después ‘endiosó’ a Jesús, un filósofo y religioso judío poco conocido en su tierra, nacido y muerto en Judea, una colonia romana entonces. Antes de casarse en secreto con su hermana Drusilla, la hizo ‘divinizar’ –en esa época no existían los santos, y desde entonces había que llamarla Diva Drusilla, algo así como Santa Drusilla-, siendo ella una mujer casada, antes de casarse con su hermano, y que, según Suetonio, era “de comportamiento harto censurable”, y según rumores, murió asesinada por él, pero que por ser su amante preferida le hizo un gran funeral y decretó diez días de duelo, durante los cuales fue prohibido reírse o tener relaciones sexuales, cosa que no le gustó al inquieto pueblo romano.

Además, luego del funeral la deificó nuevamente con el nombre de Pantea. En Roma, el inconformismo con el gobierno era insoportable, luego de poco más de tres años en el poder, el emperador Calígula fue asesinado por la guardia pretoriana, en una acción liderada por Casio Querea. En ese hecho también murieron la esposa del emperador, Milonia, y su hija Drusilla a quien le golpearon la cabeza en un muro. Poco después de muerto Calígula, en uno de sus palacios fue encontrado veneno suficiente para matar a la mitad de la población de Roma y una larga lista de personas que iban a ser envenenadas para que el emperador heredara sus riquezas.

TIBERIO

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Su nombre era TIBERIO CLAUDIO NERÓN GERMÁNICO, y fue el segundo emperador de la dinastía “Julio Claudios”; gobernó el imperio romano desde el año 14 hasta el 37 d.C. Se supone que en su época de gobierno murió Jesús en el actual Israel. Los primeros años de gobierno de Tiberio fueron solo de calentamiento en cuanto a asesinatos familiares. Su hijo Julio Druso, no estaba en línea de trono porque se lo impedía su sobrino e hijo adoptivo, ahora conocido como Germánico, quien ocupaba un alto cargo en Siria. Pero, más tarde, asesorado por Lucio Sejano, un ambicioso asesino, y supuestamente por orden de Tiberio, el gobernador de Siria, Cneo Calpurnio Pisón, envenenó a Germánico y le dejó despejada la línea de trono al hijo del emperador Tiberio. Por la muerte de Germánico surgió un escándalo, Pisón estuvo a punto de involucrar al emperador, pero se cree que prefirió suicidarse.

Livila, una de las hermanas del asesinado Germánico y quien era esposa de Julio Druso y en secreto amante de Sejano, acusó e hizo morir a su cuñada Agripina, esposa de Germánico, y a dos de sus hijos, porque ésta acusaba directamente al emperador Tiberio del asesinato de su esposo. De esta familia el único varón que se salvó fue el entonces niño, Calígula, quien después asesinaría al emperador y ascendería al trono. Esta Livila es la misma que le colaboró a su abuela Livia en el envenenamiento de uno de los nietos del “Venerable”, y quien ahora estaba casada con el único hijo del emperador Tiberio. 14 En ese tiempo, Tiberio poco a poco fue delegando sus funciones y por último dejó a Sejano encargado de los asuntos más importantes del imperio y se marchó a Capri, donde, según escritos históricos, se dedicó a la perversidad. Y, según registros históricos, fue Sejano quien nombró a Poncio Pilato de procurador de Judea. Sejano, al tomar el poder, creó en Roma un ambiente de terror con una red de espías e informantes cuyo incentivo para acusar de traición a los adinerados era hacerse a una parte de las propiedades del acusado, tras su reclusión y pronta muerte. Ante esa situación hubo muchas personas que prefirieron suicidarse, antes que someterse a esas amañadas acusaciones, pero el resultado era que así le facilitaban los robos a Sejano.

El emperador Tiberio, en Capri, se dedicó casi de lleno a la perversidad y casi no gobernaba ni le daba mayor importancia a los asuntos del imperio. Su hijo, Julio Druso, era alcohólico y degenerado; era tal la perdición de Julio Druso, que cuando él apareció muerto nadie sospechó que había sido envenenado. Pero su inesperada muerte causó estragos en el ánimo de su padre. El historiador Tácito dice que “él emperador se convirtió en la persona más triste de la humanidad”, y añade que entonces, con frecuencia, él cambiaba de actitud y desconfiaba de todo el mundo. Se cree que tal vez por desconfianza, Tiberio primero rechazó la propuesta de Sejano de casarse con su sobrina y ex nuera Livila, la viuda de su hijo Julio Druso, pero poco después autorizó el matrimonio y regresó a Roma; luego se marchó de nuevo a Capri y dejó a Sejano en su reemplazo; mas tarde, Sejano obtuvo el consulado con el emperador como “el otro cónsul”, cosa que Tiberio había reservado solo para los herederos a la corona. Tiempo después, Sejano fue convocado al senado, adonde llegó muy flamante creyendo él que recibiría gran parte del poder tribunicio, pero en lugar de eso fue leída una carta donde Tiberio lo acusaba de traición y daba la orden de matarlo enseguida y eliminar a toda su organización. Esa misma semana murió Sejano y todos sus más cercanos y prominentes colaboradores. Pocos días después, Apicata, ex esposa de Sejano, antes de suicidarse le hizo llegar una carta a Tiberio, denunciando que Julio Druso había sido envenenado con la complicidad de su esposa Livila. Luego, en una investigación, el copero de Julio Druso, llamado Ligido, y Eudemo, médico de Livila, confirmaron la acusación de Apicata. Por ese crimen, Livila fue encerrada por su propia madre quien la obligó a morir de hambre. Existen numerosos escritos que aseguran que el emperador Tiberio cometió toda clase de perversidades, pero en eso no están de acuerdo todos los historiadores de ese tiempo, por lo que resulta riesgoso darlos como ciertos.

En lo que más están de acuerdo los historiadores es en que el emperador Tiberio pasó a la historia, nó como un tirano sino como un hombre que nunca quiso gobernar, y que llegó al poder llevado por su ambiciosa madre. Se ha considerado que era un resentido con el mundo; muy reservado, de gran estatura, de tez blanca, ojos verde azul como los gatos, sentía vergüenza de su calvicie, y era extremadamente cruel; Suetonio, un historiador de ese tiempo, escribió una anécdota, según la cual, un pescador de Capri subió un acantilado para regalarle al emperador el mejor pescado que había capturado ese día. Al aparecérsele de repente, el pescador hizo asustar y enojar al emperador quien ordenó restregarle en la cara su pescado. Pero el pescador como que también era de muy malas pulgas, pues en medio de sus lamentos por el dolor que le causaba la refriega del pescado, se felicitó por no haber traído una enorme langosta que había capturado ese mismo día. Tiberio, ahora 15 más irritado, ordenó traer la langosta e hizo que también con ella le restregaran la cara al pescador.

Tiberio murió en Miseno, un puerto ubicado en el sur de Italia. En esa época, el imperio romano era presa de la anarquía porque la familia del emperador no se había puesto de acuerdo para elegir a su sucesor. Su muerte fue anunciada aún estando él vivo, cosa que en vez de velorio causó fiesta en el imperio y luego decepción al saberse que estaba vivo. Pero muy pronto volvió el regocijo, luego de que Calígula y el prefecto Macro lo asesinaron. En su testamento, Tiberio había delegado en su reemplazo a Calígula, quien era hijo de su sobrino Germánico, y a su primo Tiberio Gemelo, para un reinado compartido. Calígula, con el respaldo del prefecto Macro, tomó el poder y luego asesinó a Tiberio Gemelo.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

OCTAVIO

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Su primer nombre era CAIUS JULIUS CAESAR OCTAVIANUS, gobernó el imperio romano desde el año 27 a.c. hasta el 14 d.c. Éste fue el primero de los “Julio Claudios” en ascender al trono. En su lapso terminó la era juliana y empezó la actual era gregoriana, cosa que él no supo debido a que el calendario juliano fue cambiado 15 siglos después.

Ya bastante avanzado su gobierno, el emperador romano Octavio, usando una vieja costumbre de las putas ricas de Atenas, se cambió el nombre de Octavio por Augusto, palabra cuyo significado era “venerable”.
Octavio o Augusto – a este señor, para evitar confusiones, debido a que tenía varios nombres y títulos, y era el emperador de Roma, aquí lo llamaremos “Venerable”-, era de familia aristocrática, a los 15 años de edad ya era pontífice, y tenía 18 años cuando, por herencia dada por su tío abuelo Julio César, ascendió al trono de emperador de Roma. Julio César, el monarca anterior, había sido asesinado, y, para ganarse sus favores, absurdamente los senadores de Roma aprobaron que “Venerable” estaba preparado para manejar el destino del poderoso imperio romano. Pero, desde antes de coronarse - o coronar diría la mafia italiana ahora-, empezó a tener problemas: Marco Antonio, un amigo militar de Julio César, el anterior “César”, lo acusó de haberse ganado la adopción de éste a cambio de favores sexuales. Enseguida, por el trono, los dos se enfrentaron en guerra; ganó “Venerable”, pero poco después, estando “Venerable” en otra guerra, le tocó pedirle ayuda a Marco Antonio y luego tuvo que dividir el imperio romano en tres partes; una para Marco Antonio, otra para Lépido, un poderoso guerrero antes vinculado con su tío abuelo Julio César, y, como era de esperarse, “Venerable” se quedó con la que incluía Roma, que era la más importante.


Esa partida de trono se llamó Triunvirato; ya hecha, los tres triunviros promovieron una campaña, cuyo pretexto era castigar a los asesinos del César, pero en realidad lo que hicieron fue asesinar a sus rivales políticos y a numerosos ricos, para robar sus propiedades, y usaron parte de esos recursos para el pago de sus numerosas tropas, con las que se hicieron temibles y poderosos. Al final de esas acciones, Roma quedó con poquitos ricos, y más de 300 senadores, por ser ricos o porque los incomodaban a ellos, habían sido asesinados. Pero el pueblo romano era permanentemente abastecido con los botines de guerra que producía el saqueo a territorios conquistados por los ejércitos del imperio y el producto de los impuestos obligados a los pueblos sometidos, por lo cual “Venerable” tenía una gran aceptación popular en Roma.


Puede resumirse que el “Venerable” fue un gran guerrero, saqueador y esclavista, que llevaba a Roma los impuestos que les aplicaba a los pueblos que sometía y todo lo que saqueaba, para que el pueblo romano satisficiera sus necesidades y lo venerara a él y, para que se divirtieran a todo dar, con esclavos y lo que sobraba construyó numerosos templos y edificaciones para muchos eventos, incluido el de duelo a muerte obligado entre sus prisioneros de guerra. No se cansó de decir que había recibido a Roma de ladrillos y la dejaría de mármol. Se rumoraba que era bisexual pero no se destacó en aberraciones sexuales como sí lo hizo su única hija, habida en su segundo matrimonio, apodada “Viuda alegre”, y muchos de los familiares de su dinastía. Más puede decirse que fue un bandido idólatra que aseguraba que los dioses de Roma eran mucho más poderosos que los de Egipto, y que tenía una gran actitud esclavista, siendo además un gran despilfarrador del trabajo y sacrificio ajenos, cosa esta última que ha sido normal en todos los monarcas pasados y existentes.


La mayor parte del trabajo de exterminio de miembros de la monarquía, en ese periodo, lo hacía Livia Drusila, tercera y última esposa del “Venerable”, cuya primera víctima importante que envenenó se llamaba Marco Claudio Marcelo, quien era primo y esposo de Julia la Mayor, a quien en el bajo mundo llamaron después “Viuda alegre”, y quien era la única hija del “Venerable”, siendo el yerno del emperador, antes de ser asesinado, un fuerte candidato a ocupar el trono, luego de que el monarca falleciera.


Livia Drusila, con su primer esposo tuvo dos hijos, llamados Tiberio y Druso el Mayor, pero el emperador hizo que Druso desde niño viviera con su propio padre y, según registros históricos, ella fue una gran envenenadora que pasó a mejor vida a varios de sus familiares y a muchas personas que por alguna razón le resultaron incómodas. Nunca la investigaron debido a que era nada menos que la muy hermosa emperatriz de Roma, pero se ha creído que ella, además de Marcelo, envenenó a Lucio y a Cayo, nietos e hijos adoptivos de “Venerable”, y entonces herederos al trono. No hay pruebas de que fue ella la que hizo esos asesinatos, pero puede deducirse ya que su hijo Tiberio fue el único que siendo candidato al trono nunca tuvo inconveniente, incluso él se dio el lujo de renunciar a ese privilegio y luego su madre se lo hizo restablecer.
Pero no es fácil creer que ella aplicara sus brebajes tóxicos sin el consentimiento de su esposo “Venerable”, pues a varias de sus víctimas era él quien las convertía en envenenables. Más bien pudo ser que “Venerable”, para mantener agitado el ambiente de su familia y evitar que lo asesinaran a él, estratégicamente iba creando esas situaciones. Así, en condición de envenenable, puso a su gran amigo Agripa, a quien convirtió en candidato al trono, al casarlo con su hija “Viuda alegre”, ahora viuda de Marco Claudio, siendo ésta una hermosa mujer cuya historia de prostitución es larga; se dice que era amante a las orgías y que mantenía frecuentes relaciones sexuales con senadores, caballistas, plebeyos, libertos y esclavos.

Tenía fama de lasciva, se decía que nunca rechazaba una propuesta sexual extra matrimonial. Agripa estaba viejo y achacado cuando “Venerable” lo hizo casar con ella, pero durante su matrimonio nacieron cinco hijos, dos hembras y tres varones, entre éstos Lucio y Cayo, los dos que se cree que envenenó Livia. Pero Agripa tampoco se salvó de Livia, o al menos no heredó trono porque murió ‘de repente’ mucho antes que el “Venerable”.
Al morir Agripa, “Venerable” adoptó a Tiberio, hijo de su esposa con Tiberio Claudio Nerón, marido de ella antes de casarse con “Venerable”, y lo obligó a divorciarse de su amada esposa Vipsania, hija del fallecido Agripa, y luego lo obligó a casarse con su hija, la putísima “Viuda alegre”, quien para nada había dejado la prostitución.
Después, en ese matrimonio nació un hijo pero murió recién nacido y se sospechó que fue asesinado por Tiberio, para no reconocerlo porque no era hijo suyo. Todo indica que Tiberio sufrió mucho con ese matrimonio porque su esposa “Viuda alegre” siguió fornicando y “Venerable” le prohibió a él que viera a su amada ex-esposa Vipsania.


Los dos cónyuges eran casi de la misma edad, pero ese matrimonio como tal nunca funcionó sino que mas bien sirvió para delatar las horribles mañas sexuales de “Viuda alegre” ante su padre, quien como emperador de Roma era sumamente moralista y un gran defensor de la fidelidad matrimonial. La “Viuda alegre” fue acusada de adulterio; según el desarrollo de ese pleito, “Venerable” no sabía del horrible comportamiento de su hija y al saberlo se sintió burlado y enormemente avergonzado, por lo cual la hizo desterrar a una isla llamada Pandatoria y luego a Calabria, donde murió poco después. Pero “Venerable” no le levantó a Tiberio la prohibición de ver a Vipsania, ya que veía justo que si él perdía a su hija éste debía perder su esposa.
No se sabe bien cuál fue el acuerdo al que ellos llegaron, pero se sabe que Tiberio renunció a sus privilegios y se marchó a Rodas, adonde se cree que llevó a Vipsania, lo cual, se deduce, debió enfurecer a “Venerable”. Lo que siguió fue que “Venerable” anuló la adopción de Tiberio y adoptó a los dos hijos mayores de su hija, Lucio y Cayo, y se los llevó para su casa, siendo así ellos herederos directos al trono, pero ambos fueron envenenados, según rumores, por su esposa Livia, en uno de estos casos con la ayuda de su nieta Livila la Mayor, porque representaban un inconveniente para que su hijo Tiberio llegara al trono.


Es de agregar que, tal vez por respeto a su amigo yerno y para permitir la continuación de su linaje, “Venerable” al principio no adoptó a su nieto menor, Póstumo Agripa, pero, al morir sus hermanos, lo adoptó y seguramente para protegerlo del veneno de su esposa lo desterró sin causa aparente, con lo cual tampoco pudo salvarlo de la malvada Livia. Otro detalle era que, por un acuerdo con “Venerable”, Tiberio había adoptado a su sobrino Claudio Druso, hijo de su ya fallecido hermano Druso el Mayor, luego conocido como Germánico, futuro padre de Calígula, cosa que no le complicaría su ascenso al trono, pero que sí era un riesgo que éste lo asesinara para tomar su lugar y además le impedía que alguno de sus hijos heredara el trono.

Ya eliminados los dos herederos del trono, la envenenadora Livia hizo regresar a su hijo a Roma, “como un ciudadano romano nada mas”, pero luego logró que su esposo le restituyera el derecho a heredar el trono romano.


Cuando murió “Venerable”, los herederos del imperio romano eran Tiberio, el hijo de Livia, y Póstumo Agripa, el hijo de la “Viuda alegre” con Agripa, o sea el único nieto sobreviviente de “Venerable”. Pero, Póstumo había sido desterrado y no pudo regresar a Roma porque Livia logró eliminarlo antes de que él pudiera molestar a su hijo Tiberio, a quien ella quería en el trono. Y en esta historia no ocurrió como en las películas donde el malo siempre pierde: En este caso un hijo –Tiberio-, un nieto y un bisnieto de Livia, la envenenadora, fueron emperadores de Roma. Pero conviene aclarar que todos ellos eran familiares por varias líneas, se repetían los mismos nombres y eran endogamistas o sea que para no perder el trono romano se casaban entre ellos mismos, por lo que es fácil confundirlos y resulta difícil explicar los varios grados de familiaridad que tenía cada uno con los demás. Y debió ser por eso el poco respeto que, entre ellos, les tenían las esposas a sus esposos ya que, más que a un esposo, podían verlo como un miembro mas de su familia. Además, la regla común de las dinastías era que todos querían estar lo mas cerca posible de heredar el trono y con tal de conseguirlo mataban a cualquiera o hacían lo que fuera. Y, la muerte de un heredero, solía cambiar las condiciones y las alternativas de poder de cada uno de los miembros de la dinastía.
El “Venerable”, gobernó el imperio romano por más de 40 años, en su largo periodo, para beneficio de los romanos, esclavizó numerosos pueblos; fue un guerrero que, fuera del pueblo romano, no le permitió la libertad a ningún otro pueblo sometido, su cultura fue la guerra y eso fue lo único que le enseñó a su gente. Poco después de su muerte, políticamente fue convertido en “Divus”; dos de sus nombres, César y Augusto, se convirtieron en títulos de gobernantes, y fueron usados durante más de 400 años por la monarquía romana. Los tres nombres, literalmente querían decir: ‘Divino Venerable Todopoderoso’. El mes entonces llamado Sextílis fue cambiado de nombre y en honor suyo, de nombre le pusieron Augusto, que es el actual mes agosto.

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miércoles, 23 de septiembre de 2009

LAS MONARQUÍAS

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La especie humana es inteligente pero, en conjunto, no ha podido aprender a manejar la inteligencia de su grupo, incluso, a estas alturas de civilización la gran mayoría de la gente ni siquiera sabe manejarse individualmente.

Los absurdos humanos son tan viejos como la humanidad misma. Pero en esta Crónica de Farsas y Absurdos Históricos solo se abordan casos de hechos que estén registrados en algún texto histórico, es decir; de cosas que están escritas o que han ocurrido luego de ser inventada la escritura, cosa que es, sin lugar a dudas, el mejor invento humano porque es nada menos que el soporte de nuestra sabiduría.

Continuando con el asunto iniciado, se puede deducir que los absurdos humanos empezaron mucho antes de que la gente hubiera inventado tan siquiera una marca o rayado. Y que debieron iniciarse por causas salvajes o estúpidas; y que, igual a los absurdos, las causas que los producen poco a poco se han ido modernizando al nivel de la humanidad. Pero lo más posible es que los grandes absurdos humanos se iniciaron al comienzo de las monarquías.

Monarquía quiere decir ‘gobierno de uno solo’, cuyo comienzo debió resultar de victorias o liderazgos en guerras que arrojaron a una persona al dominio de una o varias comunidades, de lo cual pudo surgir el establecimiento de monarquías, cosa que, al ser hereditaria, expuso a los Estados o países a ser gobernados por personas ineptas, con resultados, en numerosas ocasiones, desastrosos.

No hay manera de saber cuándo empezaron las monarquías ni mucho menos una lista de todos los monarcas que han existido. Es casi seguro que el primer modo de gobierno que usó la humanidad fue monárquico, y se puede deducir que los primeros imperios nacían de una guerra grande y morían en otra guerra que, por lógica, debía ser más grande que la de su nacimiento. Los registros históricos concluyen que la idiosincrasia de las primeras monarquías, todo el tiempo, fue estar ampliando sus dominios mediante la toma de territorios, saqueos y esclavizaciones a otros pueblos o imperios.

En toda la historia de las monarquías casi no figuran monarcas negros. Se cree que, desde el comienzo de la humanidad, casi toda ‘la negramenta’ fue esclavizada por ‘los blancos’, cosa que ellos también quisieron hacer con los indios pero éstos también eran maestros en ese asunto y rebeldes indomables; la malicia indígena, en la colonización de América, hizo que para ‘los blancos’ casi no valiera la pena esclavizarlos.

En total, desde que han existido, no ha sido gran cosa lo que han aportado a la ciencia los miembros de las monarquías; sus majestades más que todo se han destacado como grandes asesinos, esclavistas, perversos, oportunistas, ladrones, aduladores, vanidosos, despilfarradores, buenos para mostrar en público un comportamiento de nobleza y sabiduría que en realidad muy pocos monarcas han tenido; los que existen actualmente, aunque lo tienen todo, casi no se destacan en ninguna profesión, pues suelen ser muy flojos y malos estudiantes, cosa que con frecuencia y mucho empeño ocultan sus majestades padres. Sus enemigos históricos primero fueron otros monarcas, cuyo motivo de enemistad casi por lo general era el robo de propiedades y el sometimiento a la esclavitud; luego, ya inventada la escritura, algunos escritores, casi siempre enemigos ideológicos, pero que con sus escritos llegaron o llegan a causarles a los monarcas, incluso, hasta más dolores de cabeza que las poderosas armas de sus adversarios propiamente guerreros.

Conviene señalar que en el trascurrir monárquico ha habido rey de reyes, y emperadores y otros gobernantes que han tenido de títeres a reyes y a toda clase de monarcas, cosa que en esos casos limitó o limita los poderes de las majestades con altezas sometidas.

Se supone que desde que empezaron a existir, los monarcas han tenido por costumbre que, antes de morir, eligen a su sucesor, elección que casi siempre ha recaído en un hijo, hermano o familiar suyo. Así el único requisito para gobernar el Estado o Imperio ha sido ser heredero elegido, pero es un modo de elección que muy pocas veces garantiza la capacidad o eficiencia del nuevo gobernante. Sin embargo, eso no impidió que poco a poco las monarquías se establecieran en casi todos los pueblos existentes, y aunque en la gran mayoría de ellos contribuyeron en su cultura y civilización, el modo monárquico de elección de gobierno fue y sigue siendo uno de los peores absurdos humanos, pues se originan y operan con tal injusticia que con un poco de sensatez basta para admitir que en vez de honorable debería ser vergonzoso heredar trono.

Desde el punto de vista humano, por lo general, lo importante del trono es la riqueza que contiene, cuyo origen es casi siempre el fruto de una guerra donde la gente del pueblo raso puso los muertos y el monarca tomó el premio; siguiendo el tiempo, la norma es que los herederos del monarca heredan la riqueza del Estado y la gente del pueblo raso hereda la continuación de la esclavitud.

Pero, no obstante a las injusticias contenidas en esos gobiernos, aún es un hecho que la mayoría de la gente admira a los monarcas y que muchas personas sienten envidia de ellos, lo cual debe ser porque entre toda la gente son muy pocos quienes han leído las historias, donde se registra que muchos de esos gobernantes cometieron todos los delitos humanamente posibles, y que para todas las sociedades ha resultado astronómico el costo que han tenido o tienen que pagar para sostener sus desequilibrados caprichos, por lo que si se hiciera un juicio justo seguramente las monarquías resultarían siendo lo más despreciable de la humanidad.

En el transcurrir de las monarquías, peleando trono, ha habido un enorme número de asesinatos y conflictos entre familias y amigos de los monarcas, que además muchas veces involucraron y perjudicaron injustamente a muchísima gente del común.

A continuación, dejando a parte las historias de sus guerras, conquistas, victorias o derrotas, totalmente sometido a registros históricos, a vuelo de pájaro, va un relato de perlitas de los actos de algunos monarcas.

En Asia, cinco siglos antes de la era cristiana, tras numerosas guerras entre varios pueblos, se formó el imperio Qin; luego siguió un rosario de guerras cuyo propósito era el saqueo, la esclavización a los vencidos y el robo de sus tierras. Mucho después, un líder guerrero mongol, llamado Temuchin, fue elegido Khan, cosa que significaba ser rey o gobernante. Poco tiempo después, Temuchin se cambió el nombre y se hizo llamar Gengis Khan, que quería decir ‘Señor Absoluto’. El “Señor Absoluto” en guerra corrida se hizo dueño de casi toda Eurasia. Cuando él murió, en los mejores caballos tomaba casi un año en ir y regresar de un lado a otro de su imperio. Sin embargo, Ogödei, hijo y sucesor del “Señor Absoluto”, siguió saqueando y peleando por tierra; muy pronto se tomó casi toda la parte medio calientita de Rusia.

Las llamadas guerras púnicas fueron un fracaso para África; el guerrero Aníbal no pudo tomarse a Roma, y los romanos le cobraron bien cara esa falla. Tras varias guerras, los romanos le arrebataron Cartago y esclavizaron una enorme población negra africana, casi todos ajenos a ese asunto. Cleopatra, la última reina de Egipto, era casada con un hermano suyo, menor que ella, y se dice que sedujo a Julio César, monarca romano, de cuya relación hubo un hijo, llamado Cesareón, el cual “fue asesinado sin remordimiento alguno” por su hermano adoptivo, Octavio –el Venerable-, ya que por línea directa él hubiera podido heredar el trono de Roma, que estaba en poder del asesino Octavio en ese momento, de lo cual hay detalles más adelante.

Luego de la muerte de Julio Cesar, Cleopatra sedujo y fue amante de Marco Antonio, uno de los triunviros del imperio romano, pero éste, tras perder una guerra con su socio triunviro Octavio, ahora llamado Augusto –el Venerable-, se suicidó y su amante Cleopatra también se suicidó haciéndose morder de una culebra venenosa que le causó la muerte.

De América se sabe que, antes de la invasión y esclavización europea, existieron los imperios, Azteca, Maya, Inca y Tahuantinsuyo. Pero en esto hay una contradicción –mas bien puede ser un absurdo-, ya que España se auto-atribuyó el descubrimiento de América, cosa que no sería válida porque cuando los españoles llegaron a este continente, ya encontraron aquí a los descendientes de esos imperios. De prueba de eso, podría servir un cuadro donde aparece el saqueador español Pizarro, arrodillado ante el emperador indígena inca Atahualpa, quien luce la parafernalia normal de un emperador. El resultado final de ese asunto fue que el saqueador Pizarro secuestró a Atahualpa y luego de recibir una habitación llena de oro y plata por su rescate lo asesinó, saqueó su imperio y esclavizó a los nativos que pudo del imperio inca.

Del comportamiento personal de los primeros emperadores de Europa existen mucho más registros históricos que de todos los demás emperadores del mundo. La historia de los “Julio Claudios”, cinco emperadores provenientes de las familias oligarcas romanas Julii y Claudii, está llena de perlas que pueden dar una idea del comportamiento normal de las monarquías. A continuación se hace un relato de algunos hechos internos de esa dinastía, que empezó a gobernar el imperio romano poco antes del comienzo de nuestra era, que es casi el mismo tiempo desde cuando empieza la narración de esta obra.

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jueves, 3 de septiembre de 2009

CRÓNICA DE FARSAS Y ABSURDOS HISTÓRICOS

Cuando se decidió mi Padre a crear un nuevo libro, polemico y sarcastico, no dudé en publicarlo para quien decida arriesgarse a leerlo. Por supuesto él me ha permitido publicar sin restricciónes su libro: CRÓNICA DE FARSAS Y ABSURDOS HISTÓRICOS
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Espero sus comentarios al respecto.
Duberney López Piza.
Septiembre 03/2009


INTRODUCCIÓN
EDUARDO DAVID LÓPEZ ESPINOSA
En esta obra se demuestra que, ciertamente, de Dios y del Diablo los humanos no hemos logrado saber nada. Y también se demuestra que la muerte de Jesús fue por asuntos económicos y no religiosos; que la religión musulmana no nació de una recomendación divina hecha al profeta Mahoma sino de una estrategia político-militar para robar territorios y enfrentar el poderío político y militar que había tomando el cristianismo; que las guerras cruzadas entre musulmanes y cristianos no fueron por asuntos religiosos sino para robar tierras, saquear pueblos y ciudades y esclavizar sus habitantes; que emperadores y políticos perversos romanos, porque no pudieron acabar con el auge del modo religioso de Jesús, se volvieron ellos papas cristianos perversos; y que, en realidad, en términos generales, las divinidades de esas religiones han sido una gran farsa, pues, como veremos en este recorrido histórico, sus inventores lo que realmente buscaban con ellas era obtener riquezas y poderes.

Y, si nos atenemos a la lógica de que “de tal palo tal astilla”, no podremos asumir como cosa de inspiración divina los escritos religiosos, pues, por las historias que veremos es fácil deducir que muchos de ellos fueron concebidos por personas que eran mucho más delincuentes que religiosas. Además, en el recorrido de esta obra veremos que los monarcas y las noblezas han tenido comportamientos y costumbres nada nobles. También veremos que la mayoría de las monarquías, los jefes religiosos católicos y los jefes musulmanes han sido gente de la misma calaña y con los mismos propósitos; y que esos propósitos fueron y siguen siendo mantener a la gente confundida mediante la enseñanza de creencias religiosas y político-sociales, que han sido o son astutamente elaboradas por ellos, que dan como resultado el sometimiento de la sociedad humana a sus intereses particulares.


Aquí se hace un seguimiento histórico biográfico del comportamiento y propósitos de cada una de esas organizaciones, y, haciendo comparaciones, podremos ver claramente que casi no hubo diferencia entre los procedimientos y propósitos de religiosos católicos, religiosos musulmanes y las monarquías perversas, esclavistas y asesinas que por tantos siglos han azotado a la humanidad.



Esas y otras cosas se explican en esta obra, lograda al cruzar y unir información tomada de numerosos textos religiosos, entre otros la Biblia, el Corán, la Torá, el Avesta y del contenido de muchos hechos históricos, narrados por un gran número de historiadores o escritores, entre otros; Plinio el viejo, Fabio Rustico, Tabari Hadith, Plutarco, Cluvio Rufo, Heródoto, Plinio el nuevo, Séneca, Suetonio, Dion Casio, Tácito, Marco Lucano, Filón, Josefo, Epicteto, Bárbara Levíck, Liutprano de Cremona, Tito Livio, Eginardo, Lutero, Al-Tabari, Flavio Josefo y muchos mas; en resumen: Esta es la historia de los crímenes y delitos de los papas, de los califas musulmanes y de numerosos monarcas.

Cabe explicar que entre algunos historiadores hay varias contrariedades, y que por eso no se incluyeron muchos detalles históricos importantes.