lunes, 14 de noviembre de 2011

CLAUDIO

Cuando se decidió mi Padre a crear un nuevo libro, polemico y sarcastico, no dudé en publicarlo para quien decida arriesgarse a leerlo. Por supuesto él me ha permitido publicar sin restricciónes su libro: CRÓNICA DE FARSAS Y ABSURDOS HISTÓRICOS
Pueden descargarlo en su versión corregida y completa AQUÍ
Espero sus comentarios al respecto.
Duberney López Piza.

Su nombre era TIBERIO CLAUDIO CÉSAR AUGUSTO GERMÁNICO; fue el cuarto emperador de la dinastía ‘Julio Claudios’, gobernó el imperio romano desde el año 41 hasta el 54 .d.C; este emperador es más conocido como Claudio, y con ese nombre será mencionado en esta obra. Era hijo de Druso el Mayor y nieto de la envenenadora Livia. Según los relatos de la época, los hombres de la guardia pretoriana, luego de asesinar a Calígula, encontraron a Claudio detrás de unas cortinas, donde se había escondido para evitar que lo mataran. Y, por mala coordinación entre los senadores y los mandos de la guardia pretoriana en cuanto al propósito que ellos tenían de reestablecer un gobierno republicano, Claudio fue llevado al senado y entronizado ese mismo día, ya que, debido a su precaria salud y su inexperiencia política, todos creyeron que él sería un emperador títere, fácil de controlar y les evitaría problemas en cuanto a la legalidad gubernamental. Claudio era el único hombre adulto de la familia del emperador que había sobrevivido de una cadena de asesinatos intrafamiliares, cuya causa había sido la ambición de todos sus familiares de obtener el trono romano.

Y ninguno de ellos lo mató porque todos sus familiares a él lo habían considerado un tonto, enfermo y mediocre, que ni siquiera valía el sacrificio de matarlo. Su propia madre lo trataba de “caricatura de hombre, aborto de la naturaleza”, y cuando quería explicar la calidad de un imbécil, decía: “Es más estúpido que Claudio, el hijo mío”. Su abuela, Augusta, lo despreciaba tanto que si había algo indispensable que decirle, lo hacía por medio de una carta y usando términos humillantes. Nadie de su familia lo quiso; desde niño fue un solitario que caminaba tambaleándose; al hablar botaba espuma por la boca y tatareaba, goteaba por la nariz, balbuceaba y le temblaba la cabeza, su risa era desagradable y su carácter impulsivo. No lucía como miembro del alto gobierno, su familia monarca no lo tenía en cuenta y por mucho tiempo le tocó dedicarse a asuntos académicos. Ya siendo adulto, el único que lo había tenido en cuenta había sido su sobrino emperador, Calígula, quien en un arrebato lo había nombrado senador, pero después lo tomó de burla y lo humillaba en el senado, donde Claudio tenía que hablar sentado, debido a sus problemas de salud. Sin embargo, contrario a lo que todos esperaban, Claudio no fue un tonto que se dejó manejar sino más bien un estudioso y buen administrador de los asuntos del imperio, cosa que no descuidó y que manejaba con mucho tino y justicia. Pero le sobraron los problemas; las intrigas y los asesinatos entre sus familiares no pararon, además, él era hijo de familias apasionadas del sexo, de lo cual no sería ajeno. Aún con ese legado en su contra, él fue el único de los emperadores de esas dos familias que no fue ni homosexual ni pederasta. Y se dice que fue un buen escritor de historia, cosa que empeoró sus relaciones con su familia, porque en sus escritos ellos no salían bien librados. Sin embargo, siendo emperador deificó a su abuela, la envenenadora Livia, que aunque nunca lo quiso tampoco lo humilló.

Y, tal como sus antecesores, siguió complaciendo al pueblo romano con los duelos a muerte obligatorios entre gladiadores prisioneros de guerra, cosa que necesariamente lo deja como sanguinario. Otro asunto en su contra es que se dice que fue el primer emperador que sobornó a su ejército para sostenerse en el poder. Pero nada le causó más problemas que las mujeres, pues, a pesar de su aparentemente precaria salud, se casó cuatro veces, con mujeres familiares suyas que se casaron con él por interés, y tuvo numerosas amantes que ninguna lo quiso, pero que con sus comportamientos ingratos le causaron fuertes lunares sentimentales a su vida. Hay datos que dicen que cuando no le funcionaba su miembro viril, en el acto sexual utilizaba de reemplazo cualquier cosa con tal de complacer a sus mujeres, aunque, según rumores, fue Mesalina, su joven y tercera esposa, la que le enseñó esas mañas. De Mesalina se sabe que, además de ambiciosa, era ninfómana y que el emperador Claudio, su esposo, no le impedía sus desaforados gustos sexuales; se cuenta que en una ausencia del emperador organizó una competencia sexual en el palacio imperial, con prostitutas que ella logró convencer, donde se apostó quién de ellas era capaz de tener relaciones sexuales con más hombres en una sola noche. Esa noche la prostituta que más le aguantó fue la siciliana Escilia que se rindió luego de haber tenido relaciones sexuales con 25 hombres.

Según algunos escritos, Mesalina pasó por ese número de satisfechos fresquita y alargó el tiempo de competencia; cuando iban 70 hombres complacidos por ella, hizo traer más prostitutas, empezó a competir de nuevo y les ganó a todas. Al final fueron 200 los hombres atendidos por Mesalina en esa competencia, un récord que es difícil que le quiten. Pero, no obstante a su erotismo, Mesalina siempre estuvo enamorada de un joven llamado Cayo Junio Apio, quien desde antes de ella ser emperatriz había sido nombrado en un cargo, lejos de Roma. Mesalina logró que su esposo trasladara a Apio a Roma y para tenerlo más cerca lo hizo casar con su madre, pero ni aún así Apio cedió ante los deseos de Mesalina, a quien él consideraba degenerada. Por negarle sus deseos, ella lo acusó de traición y lo hizo ejecutar. Se dijo que la madre de Mesalina estaba muy amañada con el joven Apio y que por su muerte, madre e hija, tuvieron un gran agarrón. Y, poco a poco, fueron numerosos los hombres que murieron por problemas de sexo con Mesalina; otro que corrió igual suerte que Apio fue Valerio Asiático, quien, por estar enamorado de Sabina Popea la Mayor, se negó a complacer a Mesalina, por lo cual la emperatriz hizo ejecutar a Popea y a Valerio.

Era un hecho sabido que ella no quería ni respetaba a su esposo; en cierta ocasión, estando el emperador en la isla de Ostia, Mesalina se casó con Cayo Silio, un amante suyo, y los dos tramaron un complot en contra del emperador, pero éste, avisado por un funcionario de palacio, regresó a Roma, e hizo ejecutar a Silio y le ordenó a su esposa que se suicidara. Ella le suplicó que la dejara seguir viviendo y que de ahora en adelante le sería fiel toda su vida, cosa que Claudio consideró como la mayor mentira del mundo, y le ordenó a un centurión que la matara con su espada. Ese fue el fin de su familiar y esposa Mesalina. Los historiadores de la época cuentan que Claudio, decepcionado por tanto cuerno que le habían aplicado sus esposas, le ordenó a su guardia pretoriana que lo matasen si volvía a casarse. Pero no demoró mucho y mediante una licencia especial se casó con su sobrina Agripinila, más conocida como Agripina la Menor, quien tenía un hijo llamado Lucio Nerón. Para tener una mejor idea de quién era Agripina, la nueva esposa de Claudio, conviene recordar que ella era hermana de Calígula, de Drusila y de Livila, y que las tres hermanas estando casadas eran amantes de Marco Lépido, y que habían cometido incesto con su hermano Calígula, quien además las prostituía con sus amigos favoritos. El primer matrimonio de Agripina fue con Cneo Dominicio. No se sabe el porqué, pero, tras la muerte de Drusila, quien entonces estaba casada con su hermano Calígula y con Lépido; las otras dos, Agripina y Livila, pelearon con su hermano emperador y luego participaron en un complot en contra suya, organizado por el amante de ellas, Lépido, en el que también participó Léntulo Getulio, otro amante de Agripina, y por lo cual ellas cayeron en desgracia con Calígula, quien luego de descubrir el complot hizo ejecutar a numerosas personas, entre estas Lépido y Getulio, y a sus hermanas conspiradoras las hizo desterrar, humilladas y en total pobreza. Luego de la caída de Calígula, por orden del nuevo emperador Claudio, Agripina y Livila regresaron a Roma, adonde había quedado Nerón al cuidado de su tía Dominisia.

Al llegar a Roma, Agripina recuperó a su hijo Nerón y se casó nuevamente, esta vez con el cónsul Pasieno Crispo, a quien luego envenenó para casarse con su tío, el emperador Claudio. Mesalina durante su matrimonio con Claudio había tenido un hijo y una hija, llamados Británico y Octavia, de los cuales ni ella ni nadie sabía quién o quiénes de sus tantos amantes eran sus padres, pero por ley eran hijos de su esposo Claudio y por lo tanto Británico era heredero directo al trono romano. Agripina, luego de casarse con el emperador, comprometió en matrimonio a su hijo Nerón con Octavia, la supuesta hija de su esposo y además hizo que éste adoptase a Nerón como hijo y heredero al trono. Se puede decir que ese fue el fin del emperador Claudio, pues al poco tiempo murió envenenado por su esposa y sobrina, Agripina. Y, con la muerte del emperador, el hijo de Agripina, Nerón, y Británico, el supuesto hijo de su envenenado esposo, quedaron de herederos del trono romano.

CALÍGULA

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Su nombre era CAYO JULIO CÉSAR GERMÁNICO AUGUSTO, pero es más conocido como Calígula; fue el tercer emperador de la dinastía Julio Claudios. Gobernó el imperio romano desde el año 37 hasta el comienzo del 41. d . C. Su gobierno empezó con muy buenas expectativas en el senado y muchas celebraciones populares que pronto acabaron con las grandes reservas del tesoro imperial que había dejado su antecesor, el emperador Tiberio.

Cuando el imperio quedó sin recursos, para conseguirlos, el nuevo emperador creó nuevos impuestos y subió los que había, pero no se recaudaba lo suficiente porque sus caprichos y gastos subieron a niveles astronómicos. El emperador Calígula, para sus placeres hacía construir palacios en lugares profundos del mar, otras veces hacía demoler montañas de durísimas piedras, para construir allí castillos para él divertirse; todo con suma rapidez, pues castigaba con pena de muerte la lentitud. Avanzado su reinado se erigió tres templos para sí mismo, dos en Roma y uno en Mileto, Asia.

En esa época vestía de Dios, gobernaba y se hacía tratar como si fuera Dios; firmaba los documentos públicos con el nombre de Júpiter, el dios de Roma entonces. Antes había hecho construir naves con velas de varios colores, de diez filas de remo y adornadas en la popa con piedras preciosas. A esas naves ordenó hacerles baños, galerías, comedores, y acomodarles gran cantidad de árboles frutales; en ellas navegaba costeando la campiña, cómodamente acostado, en medio de ceremonias animadas con danzas y música. Se bañaba con perfumes, a veces frío y a veces caliente; con frecuencia se tragaba perlas de buen valor disueltas con vinagre; en sus frecuentes banquetes hacía decorar con oro en polvo los panes y los platillos que consumían él y sus invitados.

A los miembros del senado les exigió que a su caballo preferido, Incitatus, lo nombraran cónsul de Bitinia y sacerdote. Además, a ese caballo le hizo construir una caballeriza de mármol con pesebres de marfil y le asignó una villa con 16 jardines y 18 sirvientes para que lo atendieran. Incitatus dormía abrigado con mantas de color púrpura, que eran las más costosas en ese tiempo, y usaba collares de perlas y piedras preciosas. Era un animal de carreras, la noche antes de que fuera a correr en el hipódromo, Calígula dormía junto a su caballo y decretaba ‘silencio general’ para que Incitatus durmiera tranquilo, y quien hiciera algún ruido era condenado a muerte. Se dijo que perdió solo una carrera y que en esa ocasión Calígula le echó la culpa al jinete, por lo cual éste fue cruelmente ejecutado. Para sostenerse ese caprichoso y costoso modo de vida, Calígula vendió propiedades del imperio y cometió toda clase de fraude; les quitaba los bienes a las personas que los hubieran recibido de herencias de antepasados que no fueran sus padres, porque él consideraba que los descendientes no podían pasar más allá de la primera generación.

Y, poniendo como causa la ingratitud personal, anuló los títulos y tomó como suyas todas las herencias de testamentos viejos que desde el principio del reinado de Tiberio respaldaban bienes, sin habérselos donado a él o a su imperio. Los títulos de herencias firmados por Julio Cesar o Augusto los anulaba como viejos y sin valor. También anulaba cualquier título de herencia si alguna persona declaraba que el testador, antes de morir, había manifestado que quería que el César fuese su heredero. Como quiera que para ese propósito tenía un buen número de testigos falsos, muchos ricos lo incluyeron a él en sus testamentos como un heredero más entre sus hijos o familiares. Pero, antes de hacer el reparto, él ordenaba eliminar a los demás herederos para quedar como único heredero. Cuando en un reclamo actuaba como juez, antes de subir al tribunal fijaba la cantidad que quería recoger, y tan pronto la completaba levantaba la sesión, la daba por terminada y se marchaba. Le gustaba humillar, para divertirse hizo correr a algunos senadores detrás de su carro; se vestía de Dios y obligaba al pueblo romano y al senado a rendirle culto de divino.

Cuando actuaba en el senado se auto consideraba Dios. Por unas verdaderas y otras supuestas conspiraciones hizo ejecutar a numerosos senadores, como también a su cuñado Marco Lépido; al gobernador de Germania, Cneo Cornelio Léntulo y al prefecto Macro, su aliado en el asesinato del anterior emperador. Por oponerse a rendirle culto de divinidad hizo ejecutar al faraón de Egipto, Aulo Flaco. Calígula fue invitado al matrimonio de un patricio, llamado Pisón, y en plena fiesta le robó la esposa, llamada Livia Orestila, todavía virgen aseguró Calígula después, y se encerró con Livia en la alcoba matrimonial e hizo con ella todo lo que le dio la gana. Con mucha frecuencia Calígula tomaba a cualquier mujer y tenía sexo con ella sin importarle que fuera casada, y se ufanaba de haber fornicado con todas las esposas hermosas de sus súbditos, añadiendo que mataba a los esposos de las que le causaran alguna incomodidad para realizar esas acciones. Cometió incesto con sus hermanas Agripina, Drusilla y Julia y las obligó a prostituirse. Se casó cinco veces, una vez en secreto con Drusilla, la hermana suya, a quien embarazó y asesinó embarazada; su cuarta esposa tenía ocho meses de embarazo cuando se casaron; nació una niña que no era suya, pero a él le encantaba esa niña porque ella disfrutaba arañándoles la cara a otras niñas.

Él era un asesino despiadado que mataba por diversión y las arañadas de la niña lo divertían; siempre quiso a ‘la gatita’ como hija suya. Según Suetonio, Calígula era alto, algo grueso, pero de piernas muy delgadas, la parte superior de su cabeza era totalmente calva, lo cual no le agradaba y por envidia hacía rapar a las personas que se cruzaran en su camino, luciendo una hermosa cabellera; en términos generales, su aspecto era repugnante. Pero él no quería tener mejor presencia y 17 practicaba sus gestos en un espejo para saber cómo verse más horrible y terrorífico, que era la forma en que le agradaba que lo vieran. Solía decir: “No me importa que me odien con tal de que me teman.” Sufría de epilepsia y de insomnio, pero sus males de salud no impidieron que fuera gladiador, actor, cantor mediocre, conductor de carro en un circo lleno de obstáculos; aseguraba que sabía hacer de todo menos nadar. A su ejército de Occidente le ordenó que en vez de atacar a las tribus enemigas se dedicaran a recoger conchas marinas, un tributo que según él le debía ese mar a la Colina Capitolina y al Monte Palatino.

Para que el pueblo lo adorara, Calígula se autoproclamó Dios y le hizo cortar la cabeza a la estatua de Júpiter Olímpico, entonces el dios de los romanos, y en reemplazo hizo ponerle una cabeza labrada que correspondía a la suya. Y, desde entonces, impuso la obligación de que lo adoraran a él y a la estatua como Júpiter Lacial o Dios de Lacio. Es de aclarar que Calígula fue solo uno de los tantos miembros de la antigua oligarquía romana que se auto endiosaron, cosa que debió servir de inspiración a la tardía oligarquía romana que, para beneficiarse con los obligados diezmos y primicias, varios siglos después ‘endiosó’ a Jesús, un filósofo y religioso judío poco conocido en su tierra, nacido y muerto en Judea, una colonia romana entonces. Antes de casarse en secreto con su hermana Drusilla, la hizo ‘divinizar’ –en esa época no existían los santos, y desde entonces había que llamarla Diva Drusilla, algo así como Santa Drusilla-, siendo ella una mujer casada, antes de casarse con su hermano, y que, según Suetonio, era “de comportamiento harto censurable”, y según rumores, murió asesinada por él, pero que por ser su amante preferida le hizo un gran funeral y decretó diez días de duelo, durante los cuales fue prohibido reírse o tener relaciones sexuales, cosa que no le gustó al inquieto pueblo romano.

Además, luego del funeral la deificó nuevamente con el nombre de Pantea. En Roma, el inconformismo con el gobierno era insoportable, luego de poco más de tres años en el poder, el emperador Calígula fue asesinado por la guardia pretoriana, en una acción liderada por Casio Querea. En ese hecho también murieron la esposa del emperador, Milonia, y su hija Drusilla a quien le golpearon la cabeza en un muro. Poco después de muerto Calígula, en uno de sus palacios fue encontrado veneno suficiente para matar a la mitad de la población de Roma y una larga lista de personas que iban a ser envenenadas para que el emperador heredara sus riquezas.

TIBERIO

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Su nombre era TIBERIO CLAUDIO NERÓN GERMÁNICO, y fue el segundo emperador de la dinastía “Julio Claudios”; gobernó el imperio romano desde el año 14 hasta el 37 d.C. Se supone que en su época de gobierno murió Jesús en el actual Israel. Los primeros años de gobierno de Tiberio fueron solo de calentamiento en cuanto a asesinatos familiares. Su hijo Julio Druso, no estaba en línea de trono porque se lo impedía su sobrino e hijo adoptivo, ahora conocido como Germánico, quien ocupaba un alto cargo en Siria. Pero, más tarde, asesorado por Lucio Sejano, un ambicioso asesino, y supuestamente por orden de Tiberio, el gobernador de Siria, Cneo Calpurnio Pisón, envenenó a Germánico y le dejó despejada la línea de trono al hijo del emperador Tiberio. Por la muerte de Germánico surgió un escándalo, Pisón estuvo a punto de involucrar al emperador, pero se cree que prefirió suicidarse.

Livila, una de las hermanas del asesinado Germánico y quien era esposa de Julio Druso y en secreto amante de Sejano, acusó e hizo morir a su cuñada Agripina, esposa de Germánico, y a dos de sus hijos, porque ésta acusaba directamente al emperador Tiberio del asesinato de su esposo. De esta familia el único varón que se salvó fue el entonces niño, Calígula, quien después asesinaría al emperador y ascendería al trono. Esta Livila es la misma que le colaboró a su abuela Livia en el envenenamiento de uno de los nietos del “Venerable”, y quien ahora estaba casada con el único hijo del emperador Tiberio. 14 En ese tiempo, Tiberio poco a poco fue delegando sus funciones y por último dejó a Sejano encargado de los asuntos más importantes del imperio y se marchó a Capri, donde, según escritos históricos, se dedicó a la perversidad. Y, según registros históricos, fue Sejano quien nombró a Poncio Pilato de procurador de Judea. Sejano, al tomar el poder, creó en Roma un ambiente de terror con una red de espías e informantes cuyo incentivo para acusar de traición a los adinerados era hacerse a una parte de las propiedades del acusado, tras su reclusión y pronta muerte. Ante esa situación hubo muchas personas que prefirieron suicidarse, antes que someterse a esas amañadas acusaciones, pero el resultado era que así le facilitaban los robos a Sejano.

El emperador Tiberio, en Capri, se dedicó casi de lleno a la perversidad y casi no gobernaba ni le daba mayor importancia a los asuntos del imperio. Su hijo, Julio Druso, era alcohólico y degenerado; era tal la perdición de Julio Druso, que cuando él apareció muerto nadie sospechó que había sido envenenado. Pero su inesperada muerte causó estragos en el ánimo de su padre. El historiador Tácito dice que “él emperador se convirtió en la persona más triste de la humanidad”, y añade que entonces, con frecuencia, él cambiaba de actitud y desconfiaba de todo el mundo. Se cree que tal vez por desconfianza, Tiberio primero rechazó la propuesta de Sejano de casarse con su sobrina y ex nuera Livila, la viuda de su hijo Julio Druso, pero poco después autorizó el matrimonio y regresó a Roma; luego se marchó de nuevo a Capri y dejó a Sejano en su reemplazo; mas tarde, Sejano obtuvo el consulado con el emperador como “el otro cónsul”, cosa que Tiberio había reservado solo para los herederos a la corona. Tiempo después, Sejano fue convocado al senado, adonde llegó muy flamante creyendo él que recibiría gran parte del poder tribunicio, pero en lugar de eso fue leída una carta donde Tiberio lo acusaba de traición y daba la orden de matarlo enseguida y eliminar a toda su organización. Esa misma semana murió Sejano y todos sus más cercanos y prominentes colaboradores. Pocos días después, Apicata, ex esposa de Sejano, antes de suicidarse le hizo llegar una carta a Tiberio, denunciando que Julio Druso había sido envenenado con la complicidad de su esposa Livila. Luego, en una investigación, el copero de Julio Druso, llamado Ligido, y Eudemo, médico de Livila, confirmaron la acusación de Apicata. Por ese crimen, Livila fue encerrada por su propia madre quien la obligó a morir de hambre. Existen numerosos escritos que aseguran que el emperador Tiberio cometió toda clase de perversidades, pero en eso no están de acuerdo todos los historiadores de ese tiempo, por lo que resulta riesgoso darlos como ciertos.

En lo que más están de acuerdo los historiadores es en que el emperador Tiberio pasó a la historia, nó como un tirano sino como un hombre que nunca quiso gobernar, y que llegó al poder llevado por su ambiciosa madre. Se ha considerado que era un resentido con el mundo; muy reservado, de gran estatura, de tez blanca, ojos verde azul como los gatos, sentía vergüenza de su calvicie, y era extremadamente cruel; Suetonio, un historiador de ese tiempo, escribió una anécdota, según la cual, un pescador de Capri subió un acantilado para regalarle al emperador el mejor pescado que había capturado ese día. Al aparecérsele de repente, el pescador hizo asustar y enojar al emperador quien ordenó restregarle en la cara su pescado. Pero el pescador como que también era de muy malas pulgas, pues en medio de sus lamentos por el dolor que le causaba la refriega del pescado, se felicitó por no haber traído una enorme langosta que había capturado ese mismo día. Tiberio, ahora 15 más irritado, ordenó traer la langosta e hizo que también con ella le restregaran la cara al pescador.

Tiberio murió en Miseno, un puerto ubicado en el sur de Italia. En esa época, el imperio romano era presa de la anarquía porque la familia del emperador no se había puesto de acuerdo para elegir a su sucesor. Su muerte fue anunciada aún estando él vivo, cosa que en vez de velorio causó fiesta en el imperio y luego decepción al saberse que estaba vivo. Pero muy pronto volvió el regocijo, luego de que Calígula y el prefecto Macro lo asesinaron. En su testamento, Tiberio había delegado en su reemplazo a Calígula, quien era hijo de su sobrino Germánico, y a su primo Tiberio Gemelo, para un reinado compartido. Calígula, con el respaldo del prefecto Macro, tomó el poder y luego asesinó a Tiberio Gemelo.