miércoles, 23 de septiembre de 2009

LAS MONARQUÍAS

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La especie humana es inteligente pero, en conjunto, no ha podido aprender a manejar la inteligencia de su grupo, incluso, a estas alturas de civilización la gran mayoría de la gente ni siquiera sabe manejarse individualmente.

Los absurdos humanos son tan viejos como la humanidad misma. Pero en esta Crónica de Farsas y Absurdos Históricos solo se abordan casos de hechos que estén registrados en algún texto histórico, es decir; de cosas que están escritas o que han ocurrido luego de ser inventada la escritura, cosa que es, sin lugar a dudas, el mejor invento humano porque es nada menos que el soporte de nuestra sabiduría.

Continuando con el asunto iniciado, se puede deducir que los absurdos humanos empezaron mucho antes de que la gente hubiera inventado tan siquiera una marca o rayado. Y que debieron iniciarse por causas salvajes o estúpidas; y que, igual a los absurdos, las causas que los producen poco a poco se han ido modernizando al nivel de la humanidad. Pero lo más posible es que los grandes absurdos humanos se iniciaron al comienzo de las monarquías.

Monarquía quiere decir ‘gobierno de uno solo’, cuyo comienzo debió resultar de victorias o liderazgos en guerras que arrojaron a una persona al dominio de una o varias comunidades, de lo cual pudo surgir el establecimiento de monarquías, cosa que, al ser hereditaria, expuso a los Estados o países a ser gobernados por personas ineptas, con resultados, en numerosas ocasiones, desastrosos.

No hay manera de saber cuándo empezaron las monarquías ni mucho menos una lista de todos los monarcas que han existido. Es casi seguro que el primer modo de gobierno que usó la humanidad fue monárquico, y se puede deducir que los primeros imperios nacían de una guerra grande y morían en otra guerra que, por lógica, debía ser más grande que la de su nacimiento. Los registros históricos concluyen que la idiosincrasia de las primeras monarquías, todo el tiempo, fue estar ampliando sus dominios mediante la toma de territorios, saqueos y esclavizaciones a otros pueblos o imperios.

En toda la historia de las monarquías casi no figuran monarcas negros. Se cree que, desde el comienzo de la humanidad, casi toda ‘la negramenta’ fue esclavizada por ‘los blancos’, cosa que ellos también quisieron hacer con los indios pero éstos también eran maestros en ese asunto y rebeldes indomables; la malicia indígena, en la colonización de América, hizo que para ‘los blancos’ casi no valiera la pena esclavizarlos.

En total, desde que han existido, no ha sido gran cosa lo que han aportado a la ciencia los miembros de las monarquías; sus majestades más que todo se han destacado como grandes asesinos, esclavistas, perversos, oportunistas, ladrones, aduladores, vanidosos, despilfarradores, buenos para mostrar en público un comportamiento de nobleza y sabiduría que en realidad muy pocos monarcas han tenido; los que existen actualmente, aunque lo tienen todo, casi no se destacan en ninguna profesión, pues suelen ser muy flojos y malos estudiantes, cosa que con frecuencia y mucho empeño ocultan sus majestades padres. Sus enemigos históricos primero fueron otros monarcas, cuyo motivo de enemistad casi por lo general era el robo de propiedades y el sometimiento a la esclavitud; luego, ya inventada la escritura, algunos escritores, casi siempre enemigos ideológicos, pero que con sus escritos llegaron o llegan a causarles a los monarcas, incluso, hasta más dolores de cabeza que las poderosas armas de sus adversarios propiamente guerreros.

Conviene señalar que en el trascurrir monárquico ha habido rey de reyes, y emperadores y otros gobernantes que han tenido de títeres a reyes y a toda clase de monarcas, cosa que en esos casos limitó o limita los poderes de las majestades con altezas sometidas.

Se supone que desde que empezaron a existir, los monarcas han tenido por costumbre que, antes de morir, eligen a su sucesor, elección que casi siempre ha recaído en un hijo, hermano o familiar suyo. Así el único requisito para gobernar el Estado o Imperio ha sido ser heredero elegido, pero es un modo de elección que muy pocas veces garantiza la capacidad o eficiencia del nuevo gobernante. Sin embargo, eso no impidió que poco a poco las monarquías se establecieran en casi todos los pueblos existentes, y aunque en la gran mayoría de ellos contribuyeron en su cultura y civilización, el modo monárquico de elección de gobierno fue y sigue siendo uno de los peores absurdos humanos, pues se originan y operan con tal injusticia que con un poco de sensatez basta para admitir que en vez de honorable debería ser vergonzoso heredar trono.

Desde el punto de vista humano, por lo general, lo importante del trono es la riqueza que contiene, cuyo origen es casi siempre el fruto de una guerra donde la gente del pueblo raso puso los muertos y el monarca tomó el premio; siguiendo el tiempo, la norma es que los herederos del monarca heredan la riqueza del Estado y la gente del pueblo raso hereda la continuación de la esclavitud.

Pero, no obstante a las injusticias contenidas en esos gobiernos, aún es un hecho que la mayoría de la gente admira a los monarcas y que muchas personas sienten envidia de ellos, lo cual debe ser porque entre toda la gente son muy pocos quienes han leído las historias, donde se registra que muchos de esos gobernantes cometieron todos los delitos humanamente posibles, y que para todas las sociedades ha resultado astronómico el costo que han tenido o tienen que pagar para sostener sus desequilibrados caprichos, por lo que si se hiciera un juicio justo seguramente las monarquías resultarían siendo lo más despreciable de la humanidad.

En el transcurrir de las monarquías, peleando trono, ha habido un enorme número de asesinatos y conflictos entre familias y amigos de los monarcas, que además muchas veces involucraron y perjudicaron injustamente a muchísima gente del común.

A continuación, dejando a parte las historias de sus guerras, conquistas, victorias o derrotas, totalmente sometido a registros históricos, a vuelo de pájaro, va un relato de perlitas de los actos de algunos monarcas.

En Asia, cinco siglos antes de la era cristiana, tras numerosas guerras entre varios pueblos, se formó el imperio Qin; luego siguió un rosario de guerras cuyo propósito era el saqueo, la esclavización a los vencidos y el robo de sus tierras. Mucho después, un líder guerrero mongol, llamado Temuchin, fue elegido Khan, cosa que significaba ser rey o gobernante. Poco tiempo después, Temuchin se cambió el nombre y se hizo llamar Gengis Khan, que quería decir ‘Señor Absoluto’. El “Señor Absoluto” en guerra corrida se hizo dueño de casi toda Eurasia. Cuando él murió, en los mejores caballos tomaba casi un año en ir y regresar de un lado a otro de su imperio. Sin embargo, Ogödei, hijo y sucesor del “Señor Absoluto”, siguió saqueando y peleando por tierra; muy pronto se tomó casi toda la parte medio calientita de Rusia.

Las llamadas guerras púnicas fueron un fracaso para África; el guerrero Aníbal no pudo tomarse a Roma, y los romanos le cobraron bien cara esa falla. Tras varias guerras, los romanos le arrebataron Cartago y esclavizaron una enorme población negra africana, casi todos ajenos a ese asunto. Cleopatra, la última reina de Egipto, era casada con un hermano suyo, menor que ella, y se dice que sedujo a Julio César, monarca romano, de cuya relación hubo un hijo, llamado Cesareón, el cual “fue asesinado sin remordimiento alguno” por su hermano adoptivo, Octavio –el Venerable-, ya que por línea directa él hubiera podido heredar el trono de Roma, que estaba en poder del asesino Octavio en ese momento, de lo cual hay detalles más adelante.

Luego de la muerte de Julio Cesar, Cleopatra sedujo y fue amante de Marco Antonio, uno de los triunviros del imperio romano, pero éste, tras perder una guerra con su socio triunviro Octavio, ahora llamado Augusto –el Venerable-, se suicidó y su amante Cleopatra también se suicidó haciéndose morder de una culebra venenosa que le causó la muerte.

De América se sabe que, antes de la invasión y esclavización europea, existieron los imperios, Azteca, Maya, Inca y Tahuantinsuyo. Pero en esto hay una contradicción –mas bien puede ser un absurdo-, ya que España se auto-atribuyó el descubrimiento de América, cosa que no sería válida porque cuando los españoles llegaron a este continente, ya encontraron aquí a los descendientes de esos imperios. De prueba de eso, podría servir un cuadro donde aparece el saqueador español Pizarro, arrodillado ante el emperador indígena inca Atahualpa, quien luce la parafernalia normal de un emperador. El resultado final de ese asunto fue que el saqueador Pizarro secuestró a Atahualpa y luego de recibir una habitación llena de oro y plata por su rescate lo asesinó, saqueó su imperio y esclavizó a los nativos que pudo del imperio inca.

Del comportamiento personal de los primeros emperadores de Europa existen mucho más registros históricos que de todos los demás emperadores del mundo. La historia de los “Julio Claudios”, cinco emperadores provenientes de las familias oligarcas romanas Julii y Claudii, está llena de perlas que pueden dar una idea del comportamiento normal de las monarquías. A continuación se hace un relato de algunos hechos internos de esa dinastía, que empezó a gobernar el imperio romano poco antes del comienzo de nuestra era, que es casi el mismo tiempo desde cuando empieza la narración de esta obra.

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